OPINIONES
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La generosidad
RESUMEN: en esta OPINION llamamos la atención sobre algunos aspectos poco tratados cuando se medita sobre la generosidad.En especial el de aquellos que quieren hacer de la generosidad ajena un modo de lucro,y el de los que, dando cosas, se excusan de no estar dispuestos a darse ellos mismos.
La regla de oro de la moral, “amaras al prójimo como a ti mismo”, es válida cuando supone que deseas lo mejor para ti, yestablece también para otros las conductas y sacrificios que estás dispuesto a imponerte para el mejoramiento de tu vida,no llevando tu generosidad a costa de lo que te resulta necesario o imprescindible.
Dar no es una obligación fuera de los lazos sociales que lo exigen. Personas y hasta pueblos que no hacen nada por mejorar su situación culpan a los que logran hacer fortuna de todas sus desgracias. No toda fortuna es de dudosa procedencia, ni los males de un pueblo culpa de los extranjeros.
Pero lo mejor que podemos dar a otros no es precisamente dinero o cosas materiales. Podemos dar oportunidades y enseñar cómo aprovecharlas. Hay un refrán, seguramente de pescadores, que le escuche a un amigo y dice así más o menos: “es mejor enseñar a pescar a nuestros hijos que ponerle siempre el pescado en la mesa”.Cuando no estemos, o podamos, ellos quedarán más desvalidos que nunca. Nuestra equivocada generosidad los ha convertido en inútiles.
Lo que más felicidad proporciona está al alcance de cualquiera darlo. Demos a todos, aun a los que no conocemos, un voto de confianza con nuestro respeto y nuestra simpatía. Dediquemos unos minutos, al saludarlos, a demostrarles con nuestra cortesía que nos resultan agradables.
Lo más preciado que se tiene es el tiempo, porque el tiempo es irrecuperable. El tiempo es lo que menos estamos dispuestos a compartir. Con caballerosidad evitemos que los demás nos lo hagan perder; pero recordemos que aquellos que nos son más indispensables y queridos necesitan que compartamos con ellos las cosas que son de su interés, aunque parezcan no ser del nuestro[1]. Haciéndolo aprenderemos a comprenderlos, a disfrutarlos, y a quererlos más, nos evitaremos perderlos,y ganaremos en humanidad y humildad al ser más receptivos a otros modos que pueden no ser los nuestros.No soñemos que con regalos nos perdonaran esposa e hijos nuestra falta de atención. Asíestableceremos una relación de recibir sin agradecer; porque se da sin compartir.Los problemas que esto genera nos tomaran todavía más tiempo y puede que nos causen mucho dolor.
Un día nos sorprenderá lo poco que conocemos a nuestros hijos y a nuestra mujer (o marido) y de la poca influencia que podemos ejercer sobre estos. Se perdió lo mejor de la relación,el respeto por los limites no impuestos, la confianza de que se les tiene en cuenta siempre, que surge de la actividad compartida no como una obligación, sino por amor, llena de disfrute y diversión.
No es tan generoso quien da lo que le sobra, como el que comparte lo que tiene. Y no es generoso quien priva a los suyos de lo necesario en busca de un reconocimiento social, simulando un status que no tiene. Esto es válido tanto para personas como para pueblos.
El mejor regalo es siempre una sorpresa; porque nace de quien lo da y no es reclamado por quien lo recibe.Quien quiere dar no obliga a pedir.Y aquellos que piden, salvo en situaciones extraordinarias, no merecen que se les escuche.
Carecen de dignidad los que piden a otros lo que pueden alcanzar con su propio esfuerzo, o no les resulta imprescindible.Y mata la soberbia a aquellos que sienten un regalo como una humillación. Si el primero es un descarado,al segundo la falta de humildad le turba el juicio y le impide la grandeza. Si el primero renuncio a ser mejor, el segundo no podrá serlo hasta que supere sus complejos.
Dar es algo que nos complace cuando no lo hacemos por obligación. Cuando es nuestro deseo y voluntad nos llena de satisfacción. Los místicos refieren una ley del dar en la cual aquello que damos vuelve a nosotros multiplicado, en otras formas, y de manos que suelen no ser las de aquel que recibió nuestro regalo.
Por último, la razón puede llevarnos a hacer el bien como una conducta inteligente,por beneficiosa para nosotros mismos, y efectivamente así será. El mayor egoísta, y también el más tonto, es el que hace todo pensando solo en sí mismo, en lo que su acción le va a reportar, porque nada enriquece más nuestra alma que aquello que hacemos únicamente por amor a los demás.
«Ser buenos es el único modo de ser feliz». José Martí
Cuando duele mirar atrás y tienes miedo de mirar al frente, puedes mirar a tu lado tus amigos estarán allí, contigo.
[1] Craso error, de no hacerlo perderemos su amor y nuestro ascendiente sobre ellos, aun cuando no perdamos su lealtad, lo que también es probable que suceda. Y estamos hablando de los hijos, la esposa, los padres y los mejores amigos.